Lector, este poemario es una puerta abierta al yo más profundo de Ruvalle. Asomarse a él es como asomarse a un diario secreto, donde se desnuda, se comparte con el mundo con elegancia y una tremenda generosidad, haciendo que conectes con ella y que te encuentres a ti mismo en sus palabras y vivencias. Si tuviese que describirlo en una sola palabra, diría que este poemario es un auténtico regalo. Un regalo.
Espero que los lectores sepan llevarse ese trocito de Ruvalle a sus mundos íntimos, y que lo guarden como un tesoro, para que, cuando necesiten volver (y volverán, pues todos volvemos a nuestros refugios cuando lo necesitamos), puedan hacerlo como la primera vez, perdiéndose y reencontrándose en este (su) laberinto de emociones.
(Del prólogo de Paula Ruiper)
El viaje de un veterinario y su hijo al corazón de la Asturias rural, tan natural como sincero. “Entre los adorables dibujos de Carlos Álvarez Cabrero, las fresas, las que se apellidan con el color del leve mosto de las nubes, las que intangibles riega el rocío sin labios de los más humildes y apócrifos bestiarios de la aldea, las que Lauren García, siembra entre las rayas de tu mano que definitivo y justo amanezca, ebria de dulzura, la nueva luz del día.”
(Del prólogo de Juan Carlos Mestre)
Esta obra se realiza en colaboración con el Museo de Bellas Artes de Asturias.
El libro que ahora mismo tiene el lector entre sus manos, titulado La cara oculta del Museo, reúne un conjunto de relatos de toda una serie de escritores que han tomado diversas obras del Museo de Bellas Artes de Asturias como pretexto, hilo conductor o inspiración para componer sus cuentos. Además, se trata de obras que no pueden identificarse con esas piezas maestras y siempre referentes de una colección que tiene todo museo, sino que se adentran por los territorios menos transitados de la misma, pero también altamente interesantes. En este sentido, aquí reside una de las mayores aportaciones de este libro: su talante revelador y su capacidad para alumbrar una cara menos conocida del Museo a través de pinturas que no suelen ser objeto de la diaria contemplación en el contexto de la colección permanente, al hallarse muchas de ellas en sus almacenes, o que si están en ella pueden pasar por su aparente modestia algo más inadvertidas. De todas maneras, se trata, todas ellas, de obras realmente importantes, de alto valor histórico y artístico y que ahora se convierten en alimento de diferentes narraciones.
(Del prólogo de Alfonso Palacio, Director del Museo de Bellas Artes de Asturias)
A la luz del amanecer en un día neblinoso el trotamundos destapa los misterios de múltiples universos. Su dulce voz nos invita a honrar y nunca olvidar aquellas personas que una vez fueron héroes. Pasados, miedos, identidades. Todo ello queda recogido en la mente de esta joven aventurera que amablemente nos insta a disfrutar de su narración y las suaves notas de su laúd.
El agua, siempre primigenia, inmanente a nuestra supervivencia. También telón de acero, feroz destino desencadenado en una tormenta que los dioses no imaginaron. Pureza henchida de fuerza, que es líquido plasmado en las pinturas de Guillermo Simón, derrame de nubes en celo y oscuridad nunca presentida. El mar que los solitarios contemplan con grandes ojos, los pasos sobre la arena distrayendo la niebla. La luz, en requiebro espiritual y humano en la palabra poética de Ceferino Montañés. (Del prólogo de Lauren García)