-Despertad, qué habéis hecho…
Cuando los dioses se avergüenzan de sus hijos
les hablan por primera vez,
carne soñada en limo,
deshaciéndoles de un suspiro
No hay exhortación, sermones ante hechos tan consumados relatados
aquí con la elocuencia de las palabras plenas de intención. No hay
colores que distraigan el repaso existencial de este campo de batalla
que es la vida. Y el blanco y negro de las fotografías de Malin Ellisdotter
no hacen más que subrayar con la quietud del lago, de las naturalezas
muertas y la soledad… Y con los miedos que las habitan.
Lector, este poemario es una puerta abierta al yo más profundo de Ruvalle. Asomarse a él es como asomarse a un diario secreto, donde se desnuda, se comparte con el mundo con elegancia y una tremenda generosidad, haciendo que conectes con ella y que te encuentres a ti mismo en sus palabras y vivencias. Si tuviese que describirlo en una sola palabra, diría que este poemario es un auténtico regalo. Un regalo.
Espero que los lectores sepan llevarse ese trocito de Ruvalle a sus mundos íntimos, y que lo guarden como un tesoro, para que, cuando necesiten volver (y volverán, pues todos volvemos a nuestros refugios cuando lo necesitamos), puedan hacerlo como la primera vez, perdiéndose y reencontrándose en este (su) laberinto de emociones.
(Del prólogo de Paula Ruiper)
El viaje de un veterinario y su hijo al corazón de la Asturias rural, tan natural como sincero. “Entre los adorables dibujos de Carlos Álvarez Cabrero, las fresas, las que se apellidan con el color del leve mosto de las nubes, las que intangibles riega el rocío sin labios de los más humildes y apócrifos bestiarios de la aldea, las que Lauren García, siembra entre las rayas de tu mano que definitivo y justo amanezca, ebria de dulzura, la nueva luz del día.”