-Despertad, qué habéis hecho…
Cuando los dioses se avergüenzan de sus hijos
les hablan por primera vez,
carne soñada en limo,
deshaciéndoles de un suspiro
El agua, siempre primigenia, inmanente a nuestra supervivencia. También telón de acero, feroz destino desencadenado en una tormenta que los dioses no imaginaron. Pureza henchida de fuerza, que es líquido plasmado en las pinturas de Guillermo Simón, derrame de nubes en celo y oscuridad nunca presentida. El mar que los solitarios contemplan con grandes ojos, los pasos sobre la arena distrayendo la niebla. La luz, en requiebro espiritual y humano en la palabra poética de Ceferino Montañés. (Del prólogo de Lauren García)